No sólo de trucha vive el pescador, multitud de aficionados de toda
nuestra geografía ponen su ilusión y esperanza en un ciprínido
excepcionalmente deportivo: el barbo.
1. Dónde encontrarlos
Si sabemos de la presencia de barbos en un río, pero no lo conocemos
bien, tendremos que buscar zonas donde varias corrientes se unan
formando pequeñas cascadas y éstas se alternen con remansos. Será bajo
estas cascadas donde el barbo come todo aquello que le regala la
corriente.
Como lanzar allí nuestros aparejos resultará complicado (salvo
pescando a tiento), lo haremos algo más abajo, no mucho, donde el agua
esté más calma. Por allí se darán paseos regularmente nuestros
protagonistas.
2. A fondo
La pesca tradicional del barbo, la que han practicado tantas
generaciones de pescadores, es bien sencilla. En realidad es idéntica a
la de la trucha a cebo y tan apasionante como ésta.
Sin embargo, hoy quiero hablaros de una modalidad también muy
practicada y francamente aconsejable por su eficacia y por lo que nos
aportará en forma de calma y disfrute junto a la orilla del río. Me
refiero a la clásica
pesca fondal.
3. El aparejo
Hemos de adecuar aquí los montajes a la forma de comer del barbo:
rápida, fugaz, como un relámpago. Dejaremos los aparejos corredizos para
peces más calmados y pescaremos con paternóster o plomo de corrido
semi-fijo. De esta forma el pez prácticamente se clavará sólo al
llevarse el cebo a gran velocidad. Gametas cortas, no más de 40
centímetros, tal vez 50, y anzuelos del 2 afianzarán las capturas. No
penséis que exagero con la numeración del anzuelo, el barbo tiene buenas
tragaderas.
4. El cebo
Primavera, caudales altos, lluvias frecuentes y lombrices arrastradas
por los torrentes hacia su fatal destino: la barriga de un barbo. Por
eso, en esta época, aunque podemos probar con maíz, queso y otros cebos
típicos para el ciprínido, la lombriz de tierra resultará ser un cebo
estrella. Además es el único que nos permitirá la ley en muchos ríos por
considerarse aguas trucheras. Aunque podemos conseguirlas baratas, nada
mejor que las recolectadas en la zona. Los peces notan la diferencia.
5. El equipo
Dependiendo de nuestro escenario de pesca, el equipo ideal podrá
variar en muchos aspectos, por eso sólo daré unas nociones generales:
La caña
El barbo es un pez que tiene una arrancada tremenda. La primera carrera
resulta espectacular a pocos kilos que pese el animal, sin embargo, se
cansa relativamente pronto y solamente los mayores ejemplares nos darán
una lucha prolongada.
Precisamente por esto, nuestra caña ha de ser capaz de dominar al pez
y, al tiempo, absorber los embates de tan vertiginoso rival. Una acción
media nos prestará buen servicio, siempre que no sea demasiado blanda.
El peso de lance rondará los 15-40 gramos. La longitud media de estas
cañas de pesca a fondo tradicional varía entre los dos metros setenta y
tres metros y medio.
Una buena opción es la caña Speed xm3 de Iridium en las medidas de
dos setenta y tres metros. Es perfecta para la pesca fondal tradicional
en ríos y embalses.
El carrete
Nuestro carrete tiene que ser sólido, robusto y con un freno a toda
prueba, a poder ser delantero y muy progresivo. Aparte de esto, una
velocidad de recogida rondando las cuatro vueltas y media de pick up por
una de manivela nos dará una buena relación entre capacidad de tracción
y rapidez.
Os recomiendo el carrete Trinity de Okuma. Esta marca siempre ofrece
más prestaciones que otras por menos precio, por eso ésta es una opción
económica y fiable para la pesca tradicional del barbo. El tamaño 303 es
perfecto y equilibrará un equipo fondal ligero con el que disfrutaremos
mucho de los combates.
La línea madre variará entre las veinticinco y las treinta
centésimas, con que si nuestro carrete alberga 150 metros de ésta será
suficiente. La línea Titanium de Asari (0,26-0,28) posee una excelente
resistencia a la tracción y abrasión, además de un precio contenido. Por
ello resulta muy adecuada para esta técnica.Como veis se trata de una pesca sencilla y plácida, hasta que pica el
barbo, claro, entonces la emoción nos hace descargar adrenalina a
raudales y regresar a casa completamente relajados. Esto último, y creo
que cualquier cardiólogo estará de acuerdo conmigo, previene todo tipo
de enfermedades coronarias, salvo el mal de amores, claro es